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Cypherpunks, blockchain y criptoanarquismo en la isla de Tenerife

En las Islas Canarias también se respira blockchain, y si buceamos en sus entrañas podemos encontrar grupúsculos de personas entusiasmadas con esta tecnología y sus posibilidades para descentralizar todos los ámbitos de nuestra sociedad. Es el caso de Vicente Solana, a quien conocí hace más de diez años en Madrid, cuando yo trabajaba en Energy Control informando y asesorando sobre drogas en espacios de fiesta, y realizando análisis de los materiales que nos aportaban los usuarios. Vicente, que ya por aquel entonces contaba con más de sesenta años, acudió a la asociación porque quería conocer de primera mano los efectos que producían las sustancias psicoactivas en su propio cerebro. Su avidez de conocimiento me impresionó desde el primer momento, y muy pronto congeniamos y comenzamos a forjar los lazos de una amistad que ha perdurado en el tiempo.

Con tan sólo diecinueve años, Vicente ya se había recorrido varias veces el mundo como oficial de radio en un marino mercante. Después, trabajó nueve años en la NASA, donde entre otras cosas fue uno de los dos seleccionados entre miles de candidatos para viajar al espacio, misión que nunca se llegó a materializar. Posteriormente, se trasladó con su mujer y su hija a vivir a Canadá, donde trabajó durante tres años: empezó reparando transistores y acabó diseñando toda la instalación de microprocesadores de la compañía. Al regresar a España, nació su segunda hija, y Vicente pasó diez años entre Madrid y Barcelona como alto ejecutivo de varias empresas. Aburrido de la vida yuppie en la ciudad, decidió dejarlo todo y trasladarse a vivir al campo, en su finca de Valdeavero, donde experimentó con la agricultura ecológica, la bioconstrucción y la vida en comunidad con su nueva compañera, con la que tuvo otro hijo. Hoy vive retirado del mundanal ruido en una preciosa finca a las afueras de Los Silos, en el norte de Tenerife, donde construyó con sus propias manos su vivienda y dedica casi todo su tiempo a seguir aprendiendo sobre blockchain y a transmitir a otros sus conocimientos en la materia.

Vicente Solana, en su finca de Los Silos.

Bitcoin para novatos

Y así fue como propuso impartir una charla sobre Bitcoin en una fiesta de verano que organizaban el sábado 30 de junio en un taller de músicos de su localidad. Las actividades de la jornada incluían sesión de yoga, capoeira, afro-samba, danza africana y conciertos, además de comida y cena popular, y cerveza artesanal. Algo más de diez personas, sin conocimientos previos sobre el asunto, se acercaron a escuchar lo que Vicente les quería contar, abriéndoles los ojos a esta nueva realidad. Se trató de una charla informal, respondiendo a las inquietudes de los asistentes y mostrando de forma práctica este nuevo sistema monetario descentralizado que pronto nos permitirá prescindir de muchos de los actuales intermediarios. «Lo que supone esta tecnología es descentralizar y quitar a estos intermediarios, que han sido útiles, los bancos han sido muy útiles. Los bancos no tienen la culpa de lo que está pasando hoy. Echamos la culpa a los bancos, pero los bancos no habrían podido hacer todas las cosas que hacen si no estuvieran respaldados por los gobiernos. ¿Cómo puede un banco imponerme a mí un préstamo? No puede. Ahora los bancos tendrán que competir. Y los gobiernos también. Los impuestos serán muchos menos porque muchos servicios que necesitemos los pagaremos entre nosotros», comentaba Vicente en su «evangelización».

Cocktails & Blockchains

Prácticamente sin tiempo para comentar la jugada, Vicente y yo salimos de allí escopetados hacia Puerto de la Cruz, donde, en una de las fincas más lujosas de la localidad, se celebraba otro evento, Cocktails & Blockchains, donde Mattias Bergstrom y Thomas Olofsson realizaron una presentación, dividida en tres charlas relámpago amenizadas con un delicioso cóctel de vino blanco, además de cerveza y champán, para presentarnos su proyecto, Quantum1Net. Se trata de una plataforma de servicios descentralizados, resistente a la computación cuántica, con completa privacidad, que funciona mediante su propia blockchain y cuyo algoritmo de consenso consume mucha menos energía que la «prueba de trabajo» de Bitcoin. Thomas reconoció que justamente la tarde anterior se había puesto en marcha el primer nodo funcional. «La clave pública sólo se publica en la blockchain una vez que firmas algo con ella. En Bitcoin, básicamente das la dirección de tu cartera, que es tu clave pública, a todo el mundo. Así que lo que hemos hecho en nuestra blockchain es cambiar esto. Tú tienes una cuenta similar a la de Ethereum, que cambia tu clave pública, por lo que cada vez que firmo con mi clave privada, también le digo a la red: esta es mi próxima clave pública», comentaba Thomas en la segunda de las charlas (la primera nos la perdimos en nuestra evangelización).

Entre charla y charla, bebidas, risas y diálogo con el resto de asistentes, entre quienes también se encontraban Pavel Karpíšek, embajador de Liberland, Nacho Colunga, ingeniero de sistemas, a quien me presentaron como el «desmitificador de la blockchain», o Ignacio M. García Medina, presidente de la Asociación de Monedas Digitales de Canarias (AMODICA) y cofundador de Wamalax (Bitcoin & Altcoin Services).

La tercera y última de las presentaciones le correspondió a nuestro anfitrión, Mattias Bergstrom, quien en su día figuraba en la mailing list del grupo de cypherpunks donde se gestó Bitcoin. Mattias nos comentó la forma de financiarse: «Me encantan las apps distribuidas. Quiero ver exchanges distribuidos, quiero ver e-mails distribuidos, y estructuras web distribuidas. Quiero ver todo eso. Quiero eliminar el control que existe hoy en día y darnos todas estas aplicaciones descentralizadas. Lo que no veo es por qué para cada una de las apps tengo que comprar una shitcoin. ¿Por qué no simplemente la sacan y ponen anuncios como hacen las páginas normales? ¿Qué pasa con todas estas ICOs? Ethereum es tu productor de shitcoins, es básicamente lo que hacen, viven de ello, es como hacen dinero. Y son buenos en ello. Pero cuando hablamos de nuestro sistema y cómo conseguir financiación, decidimos que no haríamos una ICO, lo intentamos hasta cierto punto, pero lo abandonamos porque nos dimos cuenta de que no era nuestra habilidad. Así que lo que hacemos es, sí, vendemos tokens, como hacen ellos, pero los vendemos a proyectos piloto. Las firmas de capital-riesgo compran una cierta cantidad de nuestros tokens para estar en el proyecto. Creamos el software para unas máquinas dispensadoras de cannabis (recicladas de las antiguas máquinas de alquiler de VHS). Ellos compran una cierta cantidad de tokens, nosotros construimos el proyecto piloto. Tenemos a Hitachi, ellos compran tokens, nosotros construimos el proyecto. Y tenemos nuestro propio proyecto, que es una red privada descentralizada, como la red TOR, pero mejor».

Mattias Bergstrom, durante su charla.

Mattias, a quien entregué de regalo medio queso elaborado de forma artesanal en el norte de La Palma, concluyó la charla explicando dónde considera que se encuentra el valor de su criptomoneda. «Creemos que el valor total es: seguridad total en Internet, mejor velocidad de Internet, y transacciones dentro de esa área de Internet, llamémosle nuestra propia área, el área Quantum1Net. Todo lo que se hace ahí dentro se paga con la moneda de Quantum1Net». Habrá que seguir muy de cerca la evolución del proyecto, cuya página web aún no se encuentra operativa, pues asistimos, como decía Vicente, «al nacimiento de una nueva blockchain». Y en un lugar paradisíaco: una finca de 7.000 m2 enclavada en el interior de un fascinante parque natural, sin salir de la ciudad, y con vistas al mar. Gracias, Mattias, por compartir con nosotros el maravilloso jardín de tu nuevo hogar. Espero repetir algún día.

En la isla donde habito aún no he encontrado ni una sola persona con la que hablar de blockchain sin que me mire como si yo fuera marciano. Así pues, no me queda otra alternativa que viajar de vez en cuando a la isla vecina, donde se celebran criptoeventos semanales, puedes visitar cajeros automáticos de Bitcoin, asistir a desayunos libertarios e incluso acudir a restaurantes donde pagar la cuenta usando criptomonedas. Habrá que seguir evangelizando, hasta que seamos la norma, en lugar de la excepción…

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