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Vidas cripto: separación de bienes bitcoin


A menudo me pregunto en qué punto los bits de la blockchain se convierten en algo real y tangible. Y también me cuestiono en qué momento se unen con nuestra cotidianeidad. Desde esta reflexión, nace Vidas cripto, un espacio en el que intentaremos contar historias de personas reales que un día decidieron emprender el viaje desde el dinero fiat al criptodinero. Todas ellas son mujeres que viven, compran, aman, viajan y llegan a fin de mes con criptomonedas. Sus nombres son ficticios, pero sus historias de vida son reales.

Cuando conocí a Cristina y me contó la forma en que aterrizó en este cripto ecosistema me pareció muy curiosa. No es una persona con perfil técnico, ni con grandes conocimientos de finanzas, ni economía, pero supo vender en bitcoins la parte que le correspondió en una separación de bienes.

Hace años, en sus tiempos más bohemios, Cristina se fue con su pareja a recorrer Sudamérica. Después de muchas vueltas, la vida les llevó al oriente de Pichincha, en Ecuador. Allí decidieron establecerse, comprar un terreno, construir una casita y hacer permacultura y consultoría para ONG's locales. Y como la vida sigue dando vueltas, al igual que este planeta, en un momento dado decidieron separarse y volver a Europa. Y ahora...¿qué hacemos con la casa, el terreno y los árboles?

Manuel, su ex pareja, había comprado unos bitcoins con intención de experimentar. Lo hizo atraído por la curiosidad y cierta militancia hacia una tecnología que, según cuenta Cristina, le permitía salirse del sistema convencional del dinero basado en deuda. Así que después de varias idas y venidas y muchas cavilaciones, decidieron realizar la separación de bienes en bitcoin. Cristina vendió su parte de la casa a Manuel y él ejecutó el pago con una transferencia a través de la app Coinomi.

Lo hicieron sin contratos inteligentes, ni declarar nada a ningún Estado. Fue a través de una simple transferencia de móvil a móvil, que tardó muy pocos minutos. A algunas personas, como me sucedió a mí, les puede resultar extraña esta manera de proceder. La justificación de Cristina fue que “después de vivir tanto tiempo en la selva, aprendes a hacer las cosas a la brava”.

Actualmente, Cristina compra online y offline en los lugares donde aceptan pagos con criptomonedas y paga con bitcoin o litecoin. También “hodlea” una parte de este dinero a largo plazo, incluso se atrevió a comprar algunos ethers con los bitcoins que ganó con la venta de la mitad de la casa. Lo hizo para apoyar un proyecto a través de una ICO (Oferta Inicial de Moneda).

Cristina me ha abierto un mundo totalmente nuevo para mí y me ha enseñado que en el criptomundo, además de programadores o financieros, también podemos participar personas como yo, sin conocimientos técnicos. Con Cristina aprendí que, además de eternos y complejos debates, como el que existe en torno a Bitcoin y BitcoinCash, las criptomonedas también tienen una cara humana y práctica para la vida cotidiana.

@dawamoru


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